𝐢. all the lonely people

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CAPÍTULO UNO ᅳ toda la gente solitaria

song of the chapter
eleanor rigby, the beatles

📍 Heaven
📆 1933 (Años terranos)

   Azalea tenía un trono, uno de los versículos lo mandaba de esa forma. Ella se sentaba en su trono y ayudaba a todas esas almas perdidas a encontrar su camino. Su estancia estaba situada en el limbo, era aquella que dirigía a los defuntos arriba... o abajo.

No le disgustaba su trabajo, tampoco le resultaba aburrido, tal vez un poco monótono porque casi todos eran mandados al Cielo. Pero de vez en cuando llegaba algún caso especial.

Llevaba juzgando a los humanos desde su creación, decidiendo su destino y luego pulsando un simple botón ᅳporque, sí, este tipo de cosas se hacen con un botón. O a veces incluso con una palancaᅳ, y solo unos pocos perfiles llegaron a asombrarla. 

Entre ellos estuvieron los de Etheline Cooper o Vesper Lynn por su valía, inteligencia y honor; y los de Robert Maudsley o Jack el Destripador por como le pusieron los pelos de punta. Incluso muertos daban escalofríos

Metatron la vigilaba desde el penúltimo piso, conociendo sus actitudes rebeldes y negligentes. Y no lo voy a negar, Azalea es, en efecto, negligente y rebelde. Pero la sigo considerando mi mano derecha, aunque hubiera veces que me sacar de quicio. Como ahora.

ᅳNo creo que sea una buena idea.

ᅳ¡Azalea! ᅳsaltón Metatron, incluso golpeando la mesaᅳ. Es lo que está escrito. Este era el plan desde le inicio de los tiempos. Seis mil años, y se acabaría. Ese era el trato

ᅳPero toda esa gente... ᅳmusitó. Hasta cierto punto, la comprendía, nadie veía a la humanidad como lo hacía ellaᅳ. Los niños... yo he tenido que juzgar niños, Metatron, bebés recien nacidos. ¿Alguna vez has visto un bebé? ¿Alguna vez has visto apenas un ser humano?

ᅳSiento recordarte que tú tampoco, Azalea. Tu juzgas almas, no personas ᅳdijo Metatron, pensando que la conversación acabaría ahí.

ᅳLas personas son su almas, Metatron ᅳhabló, inclinándose sobre la mesa y mostrándole una mueca amargaᅳ. Pero, claro, tú eso no lo sabes.

Los eventos ocurridos en los próximos instantes no fueron de mi influencia, aunque otras hubieran dicho lo contrario.

Metatron dio un golpe seco sobre la mesa, era muy fácil alterarlo y más Azalea, que siempre conseguía sacarlo de quicio.

ᅳEstoy harto de ti y de todas tus tonterías ᅳsentenció Metatron.

Dándome cuenta ahora, creo que debería haber mencionado el espacio donde nos encontramos. Aún creo que todos tenemos claro de que el Cielo es un vasto espacio blanco, que incluso da un poco de dolor de cabeza, la sala donde estábamos contenía una palanca. ¿Recordais que os había dicho que a veces usábamos palancas?

Esta era una de las ocasiones.

Los ángeles caían. Es una realidad. No es algo que suela pasar muy amenudo, pero si tiene que pasar, es Metatron quien se encarga de llevarlos directos al Infierno con esa palanca, convirtiéndolos en demonios en ese mismo instante.

Al ver como él caminaba decidido hacia la palanca, fue Aza quien se empezó a alterar.

ᅳ¿Qué estás haciendo? ᅳempezó, dando unos pasos hacia élᅳ. No irás...

Hicieron contacto visual mientras él ponía la mano justo en la palanca.

ᅳAzalea ᅳEra lo único que tenía que decir para activar la palanca.

ᅳ¡No! ᅳexclamó Azalea. Pero ya era tarde, se había abierto un agujero en el Cielo justo a los pies de Aza, y había empezado a caer.

Aquello fue una de las peores experiencias de Azalea, aunque aquella experiencia era casi nula. Caer... era simplemente horrible. Las alas se te extendían, pero la velocidad hacía imposible utilizarlas. Sientes que el aire te escuece en los ojos, haciendo que eso sea la primera sensación humana que tengas, incluso algunas lagrimitas involuntarias.

Pero lo peor es la caída. Caes de espaldas, siempre de espaldas, con tus alas protegiendo tu cuerpo, siendo ellas las que más sufren. Te salen heridas, y para tu sorpresa, sangras. Algo que habías visto hacer a un montón de humanos, pero nunca experimentado.

Chocas, esperando un suelo de piedra y mugriento, encontrándote una superficie metálica y brillante en su lugar.

Las alas se te vuelven a esconder rápidamente, como un intento de protegerlas. Aunque estás totalmente dolorida, abres los ojos y te incorporas, notando los rasguños en tus brazos, rodillas y cara.

Miras a tu alrededor, y te das cuenta de que donde estás no tiene nada que ver con el Infierno. Es mucho más luminoso, menos claustrofóbico y la gente es menos aterradora. Al contrario, la gente parece amigable, feliz...

ᅳ¡MI COCHE!

Azalea gira su cabeza, encontrándose con un pelirrojo en traje negro. Aunque llevase gafas de sol, aún podías ver la expresión cabreada que tenía en el rostro.

Fue ese grito lo que hizo que la gente empezara a mirarla.

ᅳ¿QUÉ LE HAS HECHO A MI COCHE? ᅳcontinuó gritando. Él corrió hasta el coche, practicamente en lágrimas, y lo empezó a acariciar.

Azalea ahogó un grito, pensando lo peor. Se bajó de un salto, desequilibrándose un poco por culpa de la caída.

ᅳ¿Lo he matado? ᅳSe llevó una mano a la boca, sin poder creerloᅳ. ¿Se va a poner bien?

Crowley frunció el ceño, mirando a Azalea por primera vez. La analizó de arriba a abajo, dándose cuenta al instante de que no era humana.

ᅳ¿Has caído? ᅳmusitó, con una expresión seria.

Aza lo miróᅳ ¿Eres...?

ᅳLo soy.

ᅳ¿Estamos en...?

ᅳNo.

ᅳ¿Y dónde estamos?

ᅳEn la Tierra.

ᅳ¿La Tierra? ᅳexclamó Azalea, sin poder creérseloᅳ. ¿No debería haber caído en...? ᅳSe inclinó un poco, bajando tono de vozᅳ. ¿En el Infierno?

ᅳDeberías, sí.

ᅳ¿Y qué hago aquí? ᅳAza se mordió el labio.

ᅳNo tengo ni idea.

A Azalea no le dio tiempo a contestar, porque sintió un dolor en la espalda repentino, que casi hizo que se cayera. Crowley la sujetó, justo antes de que golpeara el suelo con las rodillas.

ᅳ¿Qué me pasa? ᅳdijo Aza, entrecortándosele la voz.

ᅳVen por aquí ᅳabordó Crowley, guiándola hasta la entrada de la librería de Azirafel.

ᅳ¿Qué me está pasando? ᅳrepitió, esta vez más alto.

Crowley abrió la puerta de la librería practicamente de una patada, porque tenía los dos brazos alrededor de Azalea, para que no se cayera.

ᅳ¡Azirafel! ᅳgritó, nada más entrar.

ᅳ¿Crowley? ᅳhabló el aludido, asomándose desde el piso de arribaᅳ. ¿Quién es esa encantadora invitada?

ᅳ¡Baja de una vez! ᅳexclamó, con un gruñido.

Azalea miró a su alrededor, encontrándose nada más que libros.

ᅳ¿Qué me está pasando? ᅳvolvió a decir, totalmente dolorida. Miró a Crowley directamente a las gafas de sol, que estaba impaciente porque Azirafel no bajaba.

Crowley la sujetó por los brazos, poniéndola en frente de él.

ᅳHas caído, ¿no? Te han expulsado del Cielo ᅳCrowley se quitó las gafas a la vez que Azalea asentíaᅳ. Bien. Pues cuando caes, tus alas cambian. Mudas de pulmas.

ᅳ¿Qué? ᅳdijo Aza, extendiéndolas en ese momento, viendo como varias plumas blancas caíanᅳ. ¿Se me van a caer todas las plumas?

ᅳSí. Y luego te saldrán otras negras.

Aza abrió la boca, siendo eso la única forma de expresar su sorpresa. Le volvió a dar una ola de dolor, haciendo que las rodillas se le volvieran a debilitar.

ᅳVen ᅳCrowley hizo que una de las mesas de Azirafel se despejara y apareciera una almohada en ellaᅳ. Vas a tener que tumbarte boca a abajo.

Aza obedeció, extendiendo sus alas más.

ᅳ¡Azirafel, joder! ᅳbramó Crowleyᅳ. ¡Voy a necesitar tu ayuda!

Por fin, Azirafel se dignó a bajar, con una pila de libros, que al ver a Azalea acabó por los suelos.

ᅳ¿Es...?

ᅳSí ᅳrespondió Crowley, entre dientes.

ᅳ¿Ha...?

ᅳEncima de mi Bentley ᅳmustió, arrugando la nariz.

ᅳOh ᅳAzirafel hizo una mueca, encogiéndose de hombroᅳ. ¿No debería haber caído en...?

ᅳSí ᅳCrowley soltó un suspiroᅳ. Y vas a tener que ayudarla rápido, porque ya se le han caído varias plumas.

Chasqueó la lengua y dio unos pasos hacia la puerta.

ᅳ¿Yo? ᅳdijo Azirafel, señalándose a él mismoᅳ. Eres tú quien sabe de estas cosas.

ᅳPero sería revivir un evento traumático, ¿no crees? ᅳabordóᅳ. Además, no me apetece estar presente cuando empiece a sangrar.

ᅳ¿Sangrar? ᅳAzalea los interrumpió, incorporándose por un momento, pero al sentir un dolor casi agonizante, volvió a tumbarse. Vio de reojo como Crowley estaba cada vez más cerca de la puertaᅳ. ¡Espera! Quédate por favor.

Crowley se giró, mirándola desconcertadoᅳ ¿Eh? Pero si ni siquiera me conoces, ¿por qué insistes tanto?

Azalea forzó el cuello para mirarlo. Tenía los brazos en jarras, hechando la americana de su traje hacia atrás, se había vuelto a poner las gafas, pero se veía muy claro que estaba esperando una respuesta.

Aza no sabía porque quería que se quedara, pero lo había visto más que a aquel hombre de pelo blanco que tenía al lado, así que le generaba más confianza.

ᅳPuedes simplemente... quedarte.

Volvió a chasquear la lengua, aún con la idea de irse, pero decidió hacer contacto visual con Azalea sin saber que aquello sería su final, porque al fijarse por primera vez en esos ojos rosados de Aza, perdió toda su capacidad de razonamiento.

ᅳEstá bien ᅳdijo, intentando aparentar estar medio molestoᅳ. Entonces simplemente me quedaré.

NORA IS (S)TALKING . . .

ay ay ay ay 

no se vosotras, pero yo creo que ya están full in love ksksksk 

en fin, los adoro. y puto metatron joder que pesado es tío como lo odio agghhh

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Os amo<22






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